miércoles, 8 de septiembre de 2010

Tiene razón M. Marcel Jouhandeau

Soneto para Pilar - (Oublieuse Mémoire -1949)





Me asombraría mucho si se pudiera leer, sin perder nada, en otra lengua que la nuestra (francés), Gravitación, por ejemplo.
Un escritor me parece importante en la medida en que su pensamiento es inseparable de la forma que le ha dado. Cuanto más raro es el acento, más prohibida parece la traducción.
El encanto del lenguaje de Supervielle es inherente a la elección y a la localización de las palabras. Un dictamen donde nada podría cambiarse sin riesgo de destruirlo todo.

Marcel Jouhandeau – LIVRES DE FRANCE -(F. 1957)

miércoles, 21 de julio de 2010

Jules Supervielle - La ilusión de la identidad


René Magritte - Intermission





La identidad como idea, eso a reconstruir cada día reuniendo los fragmentos dispersos de lo que fuimos con lo que nos queda para ser . Esto y más en un poema extractado de la compilación La fábula del mundo (1939).









Todavía tembloroso
Bajo la piel de las tinieblas
Todas las mañanas debo
Recomponer a un hombre
Con toda esa mezcla
De mis días anteriores
Y lo poco que me queda
De mis días por venir.
Heme aquí todo entero,
Voy hacia la ventana.
Luz de este día,
Vengo del fondo de los tiempos,
Respeta con delicadeza
Mis minutos oscuros,
Déjame un poco todavía
De lo que tengo de nocturno,
De estrellado por adentro
Y de listo para morir
Bajo el sol ascendente
Que no para de crecer.

(Traducción de Viridia Woolf)

Encore frissonnant/Sous la peau des ténèbres/Tous les matins je dois/Recomposer un homme/Avec tout ce mélange/De mes jours précédents/Et le peu qui me reste/De mes jours à venir./Me voici tout entier,/Je vais vers la fenêtre./Lumière de ce jour,/Je viens du fond des temps,/Respecte avec douceur/Mes minutes obscures,/Épargne encore un peu/Ce que j’ai de nocturne,/D’étoilé en dedans/Et de prêt à mourir/Sous le soleilmontant/Quinesait quegrandir.



El temor a la desagregación de la conciencia.
La coherencia íntima, lo que aglutina, amenazado de disolverse en el océano del no ser. Otro poema de La fábula del mundo:

Estoy solo sobre el océano
Y subo por una escala
Erguida sobre las olas
Pasándome a veces las manos
Sobre el rostro inquieto
Para asegurarme de que soy yo
El que sube, que soy siempre yo

Me caigo ¡ah! me he caído
Devengo agua que se mueve
Luego agua que se ha movido,
No busquéis más al poeta,
Ni tampoco al náufrago.

(Traducción de Viridia Woolf)

Je suis seul sur l’océan/Et je monte à une échelle/Toute droite sur les flots/Me passant parfois les mains/Sur l’inquiète figure/Pour m’assurer que c’est moi/Qui monte, que c’est toujours moi./ […].Je tombe ah ! je suis tombé/Je deviens de l’eau qui bouge/Puis de l’eau qui a bougé,/Ne cherchez plus le poète,/Ni même le naufragé.








Construirse un coraje para vivir la declinación del cuerpo. Velar sobre el yo profundo, sobre esa biología que antes era sin conciencia. Y el riesgo de devenir “silencio” en un descuido de la atención o de la voluntad.
Peñascos, un poema de El Cuerpo Trágico










Peñascos, rostros, profundidades
En el paisaje yo dónde estoy
Cómo reunir el coraje de vivir.
Cuánto de eso se necesita
Para dejar la cama, tomar aire,
Para enfrentar la verticalidad
Con un corazón flojo poco musical
Y para conseguir que entregue
Su calor de persona mayor
Y para andar con la cabeza erguida
Cuando la espalda se preferiría encorvada
Como sorprendida en falta
En su nueva verdad.
Todo aquello se hacía sin mí
Pero ahora debo tomar parte,
Velar por todo bajo la piel,
Reeducar a mis órganos
En su antigua oscuridad
Y apaciguar a esos amotinados
Con miradas de asesinos.
Temo que al menor descuido
Pueda volverme silencio,
Lo temo y lo desearía
Pero por qué esta confidencia de hombre
Más bien que de poeta.

(Traducción de Viridia Woolf)

Rochers, visages, profondeurs, /Où suis-je dans le paysage,/ Comment rassembler le courage /De vivre, combien il en faut /Pour quitter son lit, respirer,/ Pour affronter la verticale/ D'un cœur maigre et peu musical/ Et pour faire en sorte qu'il donne/ Sa chaleur de grande personne,/ Et pour marcher la tête haute/ Quand le dos se voudrait voûté/ Comme s'il était pris en faute/ Dans sa nouvelle vérité. /Tout cela se faisait sans moi /Voilà qu'il faut que j'intervienne,/ Que je veille à tout sous la peau,/ Qu'à mes organes je rapprenne/ Leur obscurité ancienne/ Et que j'apaise ces mutins/ Avec leurs regards d'assassins./ Je crains qu'à la moindre indolence/ Je ne devienne du silence,/ Je le crains et je le souhaite/ Mais pourquoi cette confidence /D'homme bien plus que de poète.







lunes, 14 de junio de 2010

Eso que ninguno volverá a ver

Un poema construído alrededor de un blanco



Ingresar al universo de Supervielle es experimentar, como lo define Sabine Dewulf, un cierto vértigo inicial por la pérdida de las referencias habituales.

Se trata de un mundo de continuas metamorfosis donde los contrarios coexisten con toda naturalidad. Los muertos y los vivos se bordean. La memoria no puede disociarse del olvido. La materia tiene la consistencia de una nube que se deshilacha. ¿Es diferente del espíritu? Los seres y las cosas no tienen comienzo ni fin pues todo es en ellos transformación, permanente metempsicosis. ¿Hay una esencia detrás de las apariencias o existe un universo sensible y nada más?
¿Dios es trascendente o inmanente, creador del mundo o simple testigo, existente o no existente? Todo es mutante e incierto.
Lo observado depende del observador. No hay frontera definida entre sujeto y objeto.
El objeto se sustrae a su aprehensión, como en ese vacío que percibe el caballo en el poema esencial que se titula “Movimiento”. Algo ha sido visto y será visto otra vez, ¿pero qué? El misterio es total. Un poema construido alrededor de un blanco.
.
MOVIMIENTO

Ese caballo que giró la cabeza
Vio eso que ninguno jamás ha visto
Luego continuó paciendo la hierba
A la sombra de los eucaliptos.

No era ni árbol ni sombra
No era una yegua
Ni una memoria de viento siquiera
Practicando sobre las hojas.

Era eso que otro caballo
Veinte mil siglos antes que él
Habiendo de pronto girado la cabeza
Percibió a esta hora también

Y eso que ninguno volverá a ver
Ni hombre, ni caballo, ni insecto, ni pez
Hasta que el suelo no sea
Más que el resto de una estatua
Sin brazos, sin piernas y sin cabeza

Traducción de Viridia Woolf
.
MOUVEMENT
Ce cheval qui tourna la tête /Vit ce que nul n’a jamais vu /Puis il continua de paître/ À l’ombre des eucalyptus./
Ce n’était ni ombre ni arbre /Ce n’était pas une jument /Ni même un souvenir de vent/ Qui s’exerçait sur du feuillage.
/C’était ce qu’un autre cheval, /Vingt mille siècles avant lui, /Ayant soudain tourné la tête /Aperçut à cette heure-ci.
/Et ce que nul ne reverra,/ Homme, cheval, poisson, insecte,/ Jusqu’à ce que le sol ne soit/ Que le reste d’une statue/ Sans bras, sans jambes et sans tête.

jueves, 6 de mayo de 2010

SI NINGUNO PIENSA EN MI DEJO DE EXISTIR - Jules Supervielle por Claude Roy

Caspar David Friedrich- Caminante frente a la niebla


“Aún pienso el mundo…”, escribe penosa y heroicamente Rainer María Rilke, que se está muriendo, a Supervielle. El mensaje llegará junto con la noticia de la partida del autor de Las Elegías de Duino.


Dejar de pensar el mundo es no solamente consentir a la propia desaparición, es también abolir este universo que recibe de nosotros la gracia de existir. Supervielle siente muy profundamente que nosotros no aprehendemos ni desciframos el mundo sino por medio de, a través de, nuestro cuerpo, aún si esta noción no alcanza en él la claridad analítica que le daría un filósofo. Sabe también que sin nuestra voluntad de pensarlo, de ordenarlo, de ponerlo en acciones, en axiomas, en poemas, el mundo se abisma, desaparece, se hunde, que siempre está amenazado por esa inmersión fuera de lo humano que tan magníficamente ha descripto Sartre en La Náusea. Si dejamos de pensarlo, el mundo se disuelve, se corrompe, se dispersa, se licua, se vuelve una presencia atroz e innombrable de no- significancia, una de esas fermentaciones de las que habla otro novelista “las formas se inflaban, se corrompían fuera del mundo en el cual existe el universo”. En los bordes del universo de Supervielle, ronda siempre esa amenaza de las cosas y de los seres abolidos por un instante de distracción, por una falta de atención y de solicitud hacia lo que es. Cada una de nuestras caídas es una caída de los objetos que nos rodean y que nos pueblan:

Pero la estrella se dice: “Tiemblo en el extremo de un hilo,
Si ninguno piensa en mi, dejo de existir.


Es un tema que vuelve constantemente en sus poemas, el de las cosas que en nuestra ausencia dejan de ser las que son cuando las miramos fijamente, fijándolas, en el sentido original del término:

Caspar David Friedrich- Monje frente al mar













Cuando ninguno lo mira
El mar no es más el mar.
Es lo que nosotros somos
Cuando ninguno nos ve...

Y como el mar inestable, hasta el mismo sendero de arena está siempre en peligro:

No rocéis el hombro
Del caballero que pasa
Él se daría vuelta
Y se haría de noche,
Una noche sin estrellas,
Sin curva ni nubes…















En cada instante de su corteza y de la duración de su savia, el árbol de la noche está listo para todas las metamorfosis:

A la noche un abeto
Cuando ninguno lo ve
Se vuelve una barca
Sin brazos ni remos…


Hay espíritus como el de Goya, en los que el sueño de la razón engendra monstruos, el de Supervielle no da nacimiento más que a sombras que si no son bienhechoras, son por lo menos esencialmente inocentes. La angustia del poeta, sin embargo, no es menor cuando advierte de qué recursos de desintegración del ser está secretamente dotado, y cuál es la responsabilidad espiritual del hombre:

¡Qué pesada es la Tierra para cargarla! Se diría
Que cada hombre tiene su peso sobre la espalda
……………………………………………………

Pero hace falta llevarla siempre un poco más lejos
Para hacerla pasar de hoy a mañana.

Es el viejo mito de Atlas que él parece ingenuamente reinventar y lo prolonga hasta encontrarse con el mito de Edgar Poe, la fábula profunda e inquietante del Poder de las Palabras. El espíritu que puede negar la existencia del universo o deformar a gusto sus rasgos puede también engendrar allí, por error o torpeza, por capricho o por pasión, formas y vidas que en adelante dependen de él. Es la fábula maravillosa de La niña de Altamar, nacida de la obsesión de un marino y cautiva para siempre de la inmensidad desierta del mar. Es ese árbol germinado de un descuido del alma:

A fuerza de morir y de no decirlo
Habías hecho surgir un día, sin siquiera soñarlo,
Un gran manzano en flor, en medio del invierno…